Mientras en la República Dominicana matan mujeres casi todas las semanas (este año el promedio es una asesinada cada dos días y medio), la vida sigue su agitado curso sin que el Gobierno se inmute, y la gente ve cada asesinato como parte de la cotidianidad. ¡Penoso!



Los hombres con poder están muy ocupados en su eterna lucha por más poder, mientras el dislocamiento masculino se expresa por doquier en distintas formas de violencia: cínicas o aberrantes. ¡Aterrador!



Comencemos con el Procurador General de la República, Jean Alain Rodríguez: en una semana en que tres mujeres fueron asesinadas por sus parejas, dijo tan campante que en el país disminuyen los feminicidios. ¡Cinismo!



¡Claro! El Ministerio Público manipula las estadísticas, subdividiendo los criterios para catalogar los asesinatos de mujeres.



¡Ojo! Hay hombres en campaña mundial contra el término feminicidio porque están empeñados en decir que no hay machismo, que no hay violencia de género, que todo eso es un invento de las feministas. Argumentan también que los hombres matan hombres, por tanto, no es odio contra las mujeres. ¡Fabuladores!



Pero piense usted: si los hombres matan hombres, matan mujeres, matan niños, y hasta se matan ellos mismos: ¿están dislocados o no? Piense también: ¿Cuántas mujeres matan hombres, mujeres y niños?



Muchos hombres están sumidos en una vorágine de violencia y un foco de ataque son las mujeres. Si no lo cree, cuente con números.



Para colmo, algunos dicen que el trastorno de los hombres se debe a que las mujeres son ahora más independientes y desafían la autoridad masculina. ¡Cómoda explicación! El mismo cuento de siempre. La mujer es culpable del pecado del pecador.



Pero sigamos con los políticos.



Danilo Medina ni por asomo nombra mujeres a algos cargos en su gobierno. Las altas posiciones son palcos para hombres. Un novato o un corrupto llega primero a cualquier posición de importancia que una mujer con experiencia laboral. ¡Exclusión!



Leonel Fernández prefirió dividir su partido antes que apoyar a su esposa. ¡Egoísmo! Ahora está más unido que nunca al equipo campeón del acoso ideológico a las mujeres: el frente juntos podemos (en minúscula a propósito).



Los hombres del PRM que anunciaban la buena nueva del cambio se quedaron cortos en el camino. En la mesa del acuerdo con la ultra, ultraderecha, José Ignacio Paliza parecía una estatua de cera. ¡Qué vergüenza!



Para justificarse hablan de un congreso plural, ¡ja, ja, ja! A la única legisladora del PRM que hace oposición la dejaron fuera. Prefieren una pléyade de corruptos y fanáticos religiosos (anti-derechos de las mujeres) para “diversificar” el congreso en el 2020.



De lo que era la izquierda, ni hablar. El PTD lo vendieron, empeñaron o prestaron, aunque, a decir verdad, pudieron haber hecho cualquier cosa sus hombres-dueños. Antes tampoco se sabía qué hacían fuera de negociar puestos. ¿Las mujeres? Nunca les ha importado.



El momento de finiquitar cualquier pose de izquierda fue cuando Fidel Santana levantó la mano de Vincho. ¡Puros hombres en el acuerdo!



La campaña de las iglesias contra los derechos de las mujeres es aterradora. Hombres al frente de estas instituciones se dedican a salvaguardar un orden social de opresión contra las mujeres que caduca. ¡Se entiende su afán! Las mujeres son su mayor mercado.



Los hombres se han atrincherado en sus privilegios históricos mientras las mujeres van cambiando. En la posesividad y la rabia masculina, llevadas al extremo, radica la esencia del feminicidio.



No todos los hombres son iguales (tampoco todas las mujeres), pero el patrón masculino de violencia es alarmante.



Por Rosario Espinal

21 de noviembre 2019